Como se puede ver en el “Mito de la Caverna”, Platón habla de un idealismo en el que las ideas constituyen un nuevo mundo fuera del ser humano; un mundo suprasensible al que el hombre debería aspirar.
Platón es de los primeros que menciona una posible explicación de los fenómenos por medios no físicos, como lo hacían antes los filósofos naturalistas, “apelando a causas de tipo físico y mecánico (agua, aire, tierra, fuego, calor, frío, condensación, etc.)” (Reale & Antiseri, 2001). Por ello, Platón denomina una “segunda navegación”, que representa una segunda decisión de emprender el camino del descubrimiento de las cosas por esfuerzo propio; en la cual se descubre lo suprasensible liberándose de lo sensible y contando únicamente con el intelecto (ya que en la primera navegación se está muy vinculado aún con los sentidos y a lo sensible).
De esta manera, las causas de todas las cosas o cualidades de las cosas físicas se encuentran en un mundo aparte; son causas superiores, verdaderas y únicamente inteligibles; que se ven “reflejadas” en el mundo sensible, de manera que lo que nosotros vemos son “con causas”, es decir, las cualidades de una cosa que remiten a la causa superior, que posteriormente se denominará causa “metafísica”.
A partir de esto, los filósofos posteriores ya empiezan a diferenciar lo físico y lo metafísico, material e inmaterial, empírico y metaempírico, etc.
El mundo de las Ideas de Platón es justo ese mundo suprasensible donde se encuentran las causas (ideas), de manera “invisible, metafenoménica, aprehensible sólo con la mente y, en consecuencia, puramente inteligible” (Reale & Antiseri, 2001).
Las ideas (eidos) no son meras representaciones mentales de las cosas, sino que se encuentran fuera de ellas como causas y fuera de la mente humana; es decir, no son pensamientos, “sino aquello que piensa el pensamiento una vez que se ha liberado de los sensible (...) son el ser por excelencia (...) son las esencias de las cosas” (Reale & Antiseri, 2001).
Platón enfrenta dos problemas al construir su teoría del mundo de las ideas: la multiplicidad y la existencia del “no ser”; problemas ya planteados por el eleatismo y los pluralistas. El problema de la multiplicidad se resuelve de manera muy general en la co existencia necesario del uno o la unidad y la multiplicidad (los muchos). Es decir, no pueden existir los muchos sin lo uno, y visceversa (ver diálogo Sofista). El problema de la existencia del “no ser” se resuelve en general al considerar al “no ser” no sólo como negación absoluta del ser, sino también como alteridad. Es decir, una idea es algo, y al mismo tiempo no es otras ideas. “Por ello, cada idea tiene determinada dosis de ser, pero un infinito no ser...” (Reale & Antiseri, 2001).
El mundo de la ideas de Platón es en cierta manera un sistema organizado y con cierta jerarquía, donde la Idea se encuentra en el vértice de ésta. La Idea es una condición para todas las demás ideas, más no resulta condicionada por ninguna. Esta idea es la Idea del Bien como absoluto, que produce al ser y a la sustancia (ver diálogo La República).
Dentro de la estructura del Mundo de las Ideas de Platón vienen contenidos dos principios: Uno y Díada, que generan las ideas. -Debemos recordar que esta generación de ideas no se da en una sucesión cronológica, sino más bien habla de una graduación ontológica.- Después de los principios viene las ideas más generales, como los son Ser, Quietud, Movimiento, Identidad, Diversidad, Desigualdad, Semejanza, Desemejanza, etc.
En esta jerarquía, se encuentran en la escalón más bajo los entes numéricos (números y figuras geométricas) que son múltiples a diferencia de los números ideales que suponen una relación análoga con otras ideas.
El mundo sensible, según Platón es de alguna forma una copia del mundo ideal; existe un Artífice que ha hecho dicha copia. El mundo ideal es eterno, al igual que el Artífice. El mundo sensible tiene en cambio un principio. Platón menciona que el Artífice engendró el mundo sensible “por bondad y amor al bien” (Reale & Antiseri, 2001).
Anamnesis
Platón asegura, a diferencia de los erísticos y de muchos filósofos modernos y contemporáneos, que la investigación y el conocimiento son posibles; esto por medio de la anamnesis, que es una especie de recuerdo. Es decir, para Platón, el hombre antes de haber caído en su cárcel (el cuerpo), conocía todo gracias a La Idea, que deja en el alma una “originaria visión metafísica del mundo ideal que permanece siempre, aunque velada, en el alma de cada uno de nosotros” (Reale & Antiseri, 2001). Ahora, lleva el “conocimiento” dentro, pero lo debe recordar (ver el Menón). Para extraer y obtener las verdades que ya se encuentran dentro del hombre, Platón utiliza la mayeútica socrática.
El término occidental “a priori” se ha relacionado con la idea de la reminiciencia de Platón; sin embargo se ha llegado a confundir con el “a priori” subjetivista de Kant. Según la teoría de Platón, por la reminiciencia se “captan” ideas, más no se producen como en el subjetivismo. Es decir, en el idealismo de Platón las ideas existen independientemente de que lleguemos a su “conocimiento” o no (conocimiento entendido como reminiciencia), en cambio en el llamado “idealismo” subjetivista de Kant las ideas se construyen en el mismo pensamiento del hombre, no tienen ser de manera independiente, y el hombre no puede conocer otra realidad más que sus propias ideas, por lo que el orden y estructura que ésta tengan en nuestro pensamiento es de vital importancia, pues realmente según Kant no tenemos conocimiento de nada más.
Fuentes de consulta
Reale, G., & Antiseri, D. (2001). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico (Vol. I). Barcelona: Herder.
Reale, G., & Antiseri, D. (2001). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico (Vol. II). Barcelona: Herder.
Reale, G., & Antiseri, D. (2001). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico (Vol. III). Barcelona: Herder.